10.12.07

Ser profe Innovador

De vez en cuando viene bien reflexionar sobre la labor docente: lo que estoy haciendo bien como profesora, lo que me falta, lo que tengo pendiente, lo que todavía no he descubierto ...

Antonio saca el tema de la integración de las TIC en la educación a partir de una intervención de Jordi Adell (como siempre, imprescindible), distinguiendo varias fases que copio literalmente:
  • Acceso: El docente conoce y aprende las tecnologías. Puede ocupar un año.
  • Adopción: Comienza a emplear la tecnología con fines educativos, pero en actividades como las que realizaba antes.
  • Adaptación: Su productividad y la de sus alumnos mejora con el uso de las TIC.
  • Apropiación: Desarrolla nuevos métodos de trabajo mediante la integración de las TIC.
  • Innovación: No todos los docentes llegan a esta fase que implica la creación de procesos originales.
Me siento muy bien en la cuarta fase. Mi forma de trabajar no tiene nada que ver con la que tenía hace unos años, no sé si es por las TIC o por la edad, pero estoy mucho mejor en clase, tengo la impresión de que los alumnos aprenden más y yo con ellos. Quizá es una visión personal y en realidad se aburren como ostras, pero ahora pueden dejarme un comentario anónimo en público y decírmelo (no debería dar este tipo de ideas, lo sé).

Me he acordado entonces de algunas referencias que compartíamos el otro día en Sagunt: el artículo de J. Martínez Aldanondo ¿quién quiere ser profesor? y las reflexiones de José Moya sobre las competencias básicas. Sin duda nuestra labor no es ya la misma que hace unos años: los alumnos no son iguales, su entorno tampoco, etc.

Me parece, sin embargo, que se nos vuelve a olvidar lo de siempre: que las TIC son sólo una herramienta, un instrumento, que su éxito depende de quién las maneje, de cómo las utilice. No se trata de usar más o menos recursos, sino de saber en qué momento se usa cada cosa y para qué. Eso es lo que nos hace buenos o malos profes, saber sacar partido a los recursos a nuestro alcance para que nuestros alumnos aprendan; especialmente no olvidarnos de eso, de que se trata de que nuestros alumnos aprendan (no de que estudien más o menos, como me recordaba una alumna).

Creo que el buen profesor es el que siempre tiene ganas de aprender, el que transmite entusiasmo porque sigue enamorado de su materia y desea compartir esa pasión. Los mejores profesores no son siempre los que más saben, sino los que mejor transmiten. ¿Cómo se juzga eso? (Me estoy preguntando lo que sentirá el tribunal que puntuó bajo a un compañero por ser poco innovador, ahora que ha recibido un reconocimiento de la universidad de Valencia).

Hay veces que la innovación es tan evidente que los premios son la justa recompensa al trabajo bien hecho, como en el caso de Álvaro, al que felicitamos en la distancia.

Pero quizá nos olvidamos de que la innovación no va siempre de la mano de las TIC, sino de las buenas ideas.

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